El
seguro de automóvil afronta una carrera de baches en el actual
entorno de recuperación económica y cada aseguradora debe fijar su
hoja de ruta para llegar a la meta en las mejores condiciones.
No
es una sorpresa, el seguro es contracíclico y ya esperaba este nuevo
panorama. Lo complicado para las entidades es gestionar la situación
e implantar medidas correctoras con un ojo puesto en la cuenta de
resultados y la solvencia y otro en la facturación, para tratar de
mantener su peso en este sector.
Al
calor de la recuperación de la economía se ha detectado un aumento
de la frecuencia de los accidentes, esto sumado a la entrada en vigor
del baremo de accidentes de tráfico el próximo 1 de enero añadirá
más presión, ya que aumentará el coste de las indemnizaciones a
pagar por las compañías.
El
precio es el elemento estrella en este proceso. Durante la crisis, la
reducida siniestralidad del seguro de coches se ha traducido en
bajadas medias casi constantes. Ahora la situación se ha dado la
vuelta y las compañías se ven ante la imperiosa necesidad de
aumentar sus tarifas para preservar la solvencia de su negocio. El
problema es que una subida de precios se puede traducir en una huida
de los asegurados hacia otras compañías que, con más ganas o más
capacidad para asumir riesgos, lancen ofertas más atractivas.
Ninguna
compañía admite en público que su intención sea subir precios a
sus asegurados, ya que este anuncio puede perjudicarle
comercialmente. La estrategia más seguida, al menos de palabra, es
la de segmentar a los clientes y aplicar a cada uno un precio en
función de su siniestralidad y de la rentabilidad que aportan a la
compañía.
La
negociación entre ambas partes está siendo particular en muchas
ocasiones y pueden conllevar una rebaja sobre el precio presupuestado
inicialmente por la compañía para una renovación bajo la máxima
de no perder un buen cliente.
Las
aseguradoras tratan también de aumentar la contratación de
coberturas más rentables diferentes a la responsabilidad civil,
obligatoria por ley para todos los conductores.
El
año pasado, el seguro de automóviles ganó 227 millones por el
negocio de responsabilidad civil, que alcanzó un volumen de primas
de 5.000 millones, según datos de la Dirección General de Seguros.
Las otras garantías voluntarias aportaron 374 millones con 4.450
millones de primas. Las cifras dejan pocas dudas sobre qué negocio
aporta más rendimiento.
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